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De Bélgica a Chile

ROBERTO POLAIN CARTIER

(1915-1978)

 

Robert Polain Cartier nació en Bélgica, en la ciudad de Lieja, el 27 de abril de 1915.

Sus padres fueron Maurice Polain y Marie Cartier, quienes tuvieron tres hijos. Roberto fue el segundo de los hermanos; Maurice el mayor y; Madelaine la menor, su familia era muy unida. Cursó sus estudios en el Colegio Jesuita Saint Servais de Lieja.

Atraído por el scoutismo, adhirió rápidamente al movimiento. Llegó a ser Jefe de Distrito, tomando a su cargo la organización de las reuniones, excursiones y campamentos. Por su motivación a la vida Scout, fue un alumno aventajado ya que su padre en más de una ocasión le advirtió que, de no rendir, lo sacaría de sus reuniones si los resultados se debilitaban. Pero no fue así.

Desde muy joven, su deporte favorito fue la pesca. Acompañado de su papá, partían el domingo muy temprano con cañas y carretes, para regresar ya de noche.

Roberto siempre tuvo la idea de querer ayudar a otros, por lo que al terminar sus humanidades (educación media), decidió ingresar al seminario para convertirse en sacerdote. Su padre no puso objeción, pero sí una condición: tener un año para reflexionar sobre su elección. Durante ese tiempo ingresó a estudiar Leyes en la Universidad de Lieja.  Al año siguiente entró al Seminario, pero tuvo que interrumpir sus estudios porque fue llamado a realizar el servicio militar. Mientras cumplía con esa obligación, Roberto enfermó y debió volver al Seminario a continuar con su formación religiosa.


Fue ordenado sacerdote y celebró su primera misa el 13 de julio de 1941, en Lieja. La Segunda Guerra Mundial (1939 a 1945) asoló a Europa, pero esto no lo dejó inactivo… se ocupó de socorrer a los heridos y de ocultar a los soldados de las manos de los enemigos.

Es en este tiempo que crea en Marchin una casa de refugio para los hijos de los militares fallecidos, desaparecidos o que permanecían prisioneros. Esto lo hizo con ayuda de jóvenes profesores, llegando a ser más tarde un Colegio que se llamó “Prince Boudouin” (Príncipe Balduino).  En este Colegio se vivirá con mucha fuerza el ideal Scout. El lema de ese colegio es “Cy forgeons nos armes” (“Aquí forjamos nuestras armas”) y existe hasta hoy.

¡A CHILE!

Todo iba marchando muy bien en este Colegio, pero aun así decide acompañar por dos años a un grupo de familias belgas que se instalarían como colonos en el sur de un lejano país: Chile, específicamente en Chile Chico.  

Estas familias buscaban un Capellán que las acompañara en el vapor “Loriga”. El joven P. Roberto no lo pensó dos veces y partió a estas tierras lejanas, pues tenía el espíritu de servicio y las ganas de vivir una nueva aventura.

Llegó a Chile Chico luego de casi cuatro meses de viaje en barco y vehículo, el 15 de febrero de 1949. Allí creó un colegio para atender las necesidades de los hijos de los colonos belgas, el que existe hasta hoy.

Tras una experiencia de dos años en Chile Chico, Roberto viaja a Santiago e imparte clases en el Instituto de Humanidades Luis Campino. Allí fundó la Tropa Scout la que, con el pasar del tiempo, toma su nombre.

El párroco de “La Anunciación”, don Joaquín Aguiar, le propone al P. Roberto la idea de llevar adelante el proyecto parroquial de fundar un Colegio. Así, en 1952, en una casona que le recuerda su Colegio de Marchin, el que funcionaba en un castillo, funda el Colegio Notre Dame de la Anunciación donde desarrollaría progresivamente su pedagogía para la libertad en la confianza, basada en el Evangelio.

En 1953, se inician las clases con dos cursos.  A lo largo de los años el Colegio crece y el Scoutismo Católico, también. En 1956 funda la Federación de Scouts Católicos de Chile. Durante el Gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) recibe la Condecoración a la Orden al Mérito por los servicios prestados a la Educación Chilena. En 1977 publica su Libro “Educar para la Libertad”. Además, se destaca como profesor de Psicopedagoga y de Literatura Francesa en la Universidad Católica de Chile por más de 20 años.

A comienzos de 1978, el padre Roberto Polain, tuvo un primer infarto del cual se recuperó. Al volver de sus vacaciones en Bélgica, el 12 de septiembre de 1978, muere en su pieza del Colegio, en el Castillo de Ñuñoa.

Su legado no ha terminado, y su deseo de aprender a ser libres permanece como el fundamento del proyecto educativo del Colegio Notre Dame.

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