Estimada comunidad:
Este tiempo de Adviento, que es de esperanza y conversión, se nos presenta una oportunidad para revisar el viaje que hemos hecho juntos y para dar gracias por la pasión que este año cada uno ha puesto en este camino transitado con cariño y con dificultad.
La pasión desplegada como padres y madres, como educadores y educadoras, como estudiantes, directivos y colaboradores nos habla del amor por la vocación de cada cual. Esa vocación de amor que nos permite centrar la mirada en lo sustancial: hemos sido llamados a la felicidad y a la paz. Aunque no a cualquier felicidad, y no a cualquier paz.
Les invitamos a poner la mirada en la mujer embarazada que con su esposo recorren a pie la larga distancia entre su pueblo y el lugar donde deben hacer un trámite. Al llegar, se les niega donde alojar, estaba a punto de dar a luz. Deben dormir entre los animales de un establo, que es donde su hijo puede nacer. Esta imagen, después de dos mil años de costumbre, no se nos puede pasar del largo. ¡Como no dejar de poner la mirada en lo que es realmente esencial e importante!
Llegamos a este fin de año con una normalidad acostumbrada que desapareció. Despertamos de un letargo en que lo normal para tantos en nuestro país había sido una vida centrada en consumir, en
conseguir el crédito para comprar lo que no necesitábamos, cuando en ese momento faltaba pensión digna, salud, educación. Nadie ha desconocido esto. Vimos multitudes en las calles de todo Chile pidiendo que lo que hemos vivido como país hace tantos años no siguiera siendo lo normal. La misma historia de María embarazada y de José era visible en nuestros días.
En un tiempo en que tantas contradicciones personales y sociales se han hecho presentes, queremos agradecer a cada cual la confianza en el proyecto del Notre Dame que no ha dejado de ser un proyecto educativo que busca la vida feliz y en paz para los niños, niñas y jóvenes de nuestro colegio. Agradecemos sinceramente el trabajo de cada cual en nuestra comunidad, en un año que no ha sido fácil para nadie. Los vínculos laborales, personales, de amistad y de afecto entre nosotros, necesarios para trabajar en un colegio que basa su proyecto en la confianza, se deben seguir construyendo y reconstruyendo entre todos, en todos los niveles. Es cuando la confianza se asienta entre nosotros cuando más brilla el proyecto del colegio.
El Papa Francisco nos ha llamado a movernos, a salir de nuestras fronteras, de nuestras zonas de confort, siendo un colegio que acoge y que contiene, que es y que anuncia la Buena Noticia para todos y todas. Quedamos todas y todos invitados a ponernos en camino hacia el establo a adorar al Niño, cuyo rostro es el rostro de las mujeres y hombres, jóvenes, niños y niñas de Chile, de Peñalolén, del Notre Dame.
Que la Navidad sea despertar a nuestro Dios que se hace parte de la historia, que nace pobre entre todos, para no excluir a nadie de su presencia y cercanía. Porque por eso cantan de gozo los ángeles, y nosotros con ellos, deseando la paz a quienes tienen buena voluntad, que son amados por el Señor, y que ama con pasión desbordante.
Que tengamos todos una muy feliz Navidad.
Carlos Ossa y equipo directivo.
